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viernes, 3 de junio de 2011
Presagios*
*PODEROSOS PRESAGIOS* Llevo todo el día con una extraña desazón en el cuerpo. Con unos brotes de ideas, que ligados al este calor propio de las flores, me intranquiliza. Son adivinaciones, imágenes superpuestas unas con las otras, llenas de acontecimientos que no sé si vendrán o ya pasaron o lo vivieron otros mientras yo me arrascaba la panza pensando. Son vientos fuertes, sirimiris transparentes e interiores que soplan frenéticos sobre el paso incierto de mis cosas. Ese pretérito que tuvo Puestas y Ocasos invoca, desmenuza el burujo de mi destemplanza y las estancias luminosas a la vez. Como un tiovivo que amedrenta y complace a los niños en ferias trasnochadas y llenas de colores, dispuesto a tener infinitas apariencias mientras dura su circular paseo. Siempre me complace coger el teléfono y tranquilizarme, es un pellizco de realidad que me quita momentáneamente esos miedos presentidos bajo un macilento frenesí. Esto va sonando a viejos poemas, a veteranos errantes que se solidifican en todas mis presencias, clamando a los cielos y buscando en mis médalos veraniegos las lecturas oportunas de mis pellejos ya desaparecidos. Hoy me siento nuevo, esta noche me llaman broncas las ánimas del corazón bueno, una virtud a cuestas que retumba en todos mis sentidos. El aire rosa, hoy toca de nuevo los Floid, abren esta incipiente madrugada con un poco de ardor en el estomago y una frase que invoca a las demás: Caliope deseada, deidad invocada, mi dulce querida, de bastón negro, canta en la noche, sobre tu hoja de arce etc. etc... Ese estribillo derrotado me cuenta que se siente si no nada. Oigo los cantos de las mezquitas lejanas y poderosas, entreveo las caricias y el sudor de los cuerpos, esas fronteras humanas que se pisotean ahora en caricias perturbadoras, desazones al fin que transportan los Pájaros del Tiempo. Sobre sus calles perdidas están las huellas indelebles de los colores, desatinos, aciertos, sobresaltos del adivino benévolo que se desvela con esta vieja luna, que fuma sin deber con el sexo y alma de las volutas, que transita con el malicioso silencio y sus propuestas innecesarias. En fin que no se me quita el ardor, no me viene el sueño eterno que debiera ser y fecundo. Me voy a fumar otro a la salud de lo prohibido, me daré otro beso por estupido y gritaré entre las oquedades de mis grietas: ¡Oh debilidad! Invoco a tus perfumes contradictorios, amiga del olvido, frívola y agotadora vete lejos de mí. Necesito una tónica urgente, mi estomago reclama justicia, creo que una enorme mariposa, gris perla, revoloteaba misteriosa sobre mis cosas, a la vez que pasó por mi cara, indignado reclamé justicia y el insecticida arrebató su mal mensaje. Uno no es nada supersticioso pero los demás sí, son cabrones con este buen corazón y quizás, un polizonte la introdujera en mi barco, ya me da igual, zigzaguean los pasajes en este mar de ensaladas con ardor de estomago, que no ha sido por el bicho, mañana cambiaré el aceite de oliva de la freidora y santas pascuas a los ardores y a las trampas ajenas. Mi fe perdona y escoltan estos sueños y destemplanzas hacía las alfombras de Aladino y sus reinos alquilados por mí. Una suave tranquilidad me apacigua, la fresca schweppes pone orden en el interior, los iconos huracanados de estas imágenes supuestas y adivinatorias se transforman en placer rítmico y joven. ¡Que me gusta Pink Floyd! Deseo ser terciopelo de arpegios, silbido de placer, aplauso de éxtasis, de perfección, ahora deseo ser su música, su siervo desnudo y desmantelado, rendido sobre los suelos que me acogen, una hora en llama, huella de fiesta, pero ¡no! La despedida me incita a coger otro cigarrillo, poseer su sexo para un final feliz, correcto, quizás, onírico como gusta al capitán, ¡no sé! A ver que sale. La mecha se ha encendido, las desnudas volutas han incendiado de nuevo esta imaginación. Todo como al principio es una basta y extraña excitación. Una niebla que va y viene trayendo al juez implacable de la lujuria y la felicidad que me excita. Debo darme prisa antes que se consuma, solo me queda uno, y otra sola oportunidad de acariciar las bucólicas y transformistas humaredas. Creo que con el delicioso punteo del Wish You Were Here me despediré, llevándome las de Aladino a algún sillón de Oriente, a algún jardín de Septiembre,. La gran Madre se va retirando silenciosa, rasgando estos callejones de mi universo. Para ti que lo deseabas Alicia desde mi recinto de cristal. Tiovivo que perdurará en las ansias de este hombre descalabrado por las infieles y toxicas volutas, pero que me dan mejor placer. Pronuncio el penúltimo abracadabra y las feas desazones desaparecen en la madrugada. Quedando solo el tibio olor a tabaco, el rastro de la mariposa y este cuerpo desnudo a la espera de sus caricias. Pandora se revuelve en los añejos siglos. Una leve sonrisa golpea en mi rostro diciéndome no estás solo. La música te protege.
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